viernes, octubre 05, 2007
posted by Javier at 6:13 p. m. | Permalink
fff
 
domingo, mayo 20, 2007
posted by Javier at 8:52 p. m. | Permalink
Daemonion de Carlota



Pincha en el recuadro para ver si realmente el daemonion coincide con la personalidad de Carlota.
 
posted by Javier at 2:16 p. m. | Permalink
Mi Daemonio

Pincha en el recuadro para ver si realmente el daemonion coincide con mi personalidad.
 
lunes, diciembre 25, 2006
posted by Javier at 9:33 p. m. | Permalink
¡Feliz Navidad!


¡Feliz Navidad a todos los que visitéis este blogg ^^!
Hay poco que decir que no os hayan dicho ya, y sin embargo os lo voy a repetir, porque así debe ser, porque lo manda la tradición y porque me dá la gana.
Recordad estas vacaciones no como bacanales en la mesa, ni como un gasto absurdo de dinero en montones de regalos, la mitad de ellos inservibles...
Recordadlas como los días para reencontraros con personas que creíais alejadas de vosotros, para uniros aun más con vuestras familias y amigos-a quienes tenemos siempre cerca pero no nos fijamos en ellos de verdad-, y para descansar, jaja, que nunca viene mal.
Desde Sentomentalia os deseo unas muy felices fiestas junto a todos los que queréis.

Javier
 
miércoles, diciembre 13, 2006
posted by Javier at 11:14 p. m. | Permalink
¡Feliz NO cumpleaños!

¡Feliz!,¡Feliz no cumpleaños!
¿A mi?
¡A tú!
¡Feliz!,¡Feliz no cumpleaños!
¿Para mí?
¡Para tú!
¡Que los pases muy felices
y ahora sóplale a la luz!



¡Y por fín llegó!
¡Mi último feliz, feliz no cumpleaños antes de los 19 años!

-Hola, muchacho-susurró.
Peter dio un paso adelante, intentando parecer más alto,
más erguido, más joven para ella,
intentando ser todo lo que hacía tiempo
había renunciado a ser para los demás.

Es costumbre escribir en el blogg cuando cumples años, pues yo, yendo contra todo pronóstico-o no-escribiré en mis últimas horas de "Feliz no cumpleaños" con 18 años.
Debería escribir una especie de memorandum reducido sobre lo que ha sido de mí durante este año; sobre las cosas que he aprendido y he hecho durante estos trescientos nos se cuantos días que me han sido otorgados...
Pero tampoco voy a hablar de eso aquí puesto que es algo que no creo que os interese en absoluto leer y que a mi no me apetece escribir.

-Ahora, prestad atención,
hay una regla que insisto en que respetéis mientras estéis en mi casa.
Y consiste en no crecer.
¡Si estáis creciendo, deteneos en este mismo momento!

Me limitaré a dar las gracias a todas aquellas personas que para bién o para mal, por unas u otras razones, por estos o aquellos motivos, presentadas por fulanos o marianos, han aparecido en mi vida durante este, cuanto menos, divertídismo año.

Volaron hasta el amanecer,
cruzando el cielo nocturno,
pasando junto a la Luna y las estrellas,
atravesando el tejido de los sueños de los niños
y los recuerdos de la infancia.

Desde luego, las gracias a quienes ya formabáis parte de ella antes del 14 de Diciembre de 2005 las tenéis mas que merecidas y será un placer para mí volver a dároslas una y mil veces. ¡Tantas como queráis!-demandando, desde luego, cita previa-.

En el transcurso de nuestra vida,
a todos nos ocurren cosas extrañas
de las que no nos percatamos que han sucedido
hasta al cabo de un tiempo.

Lo dicho, Merci beaucoup a todos y...

¡FELIZ, FELIZ NO CUMPLEAÑOS!

PD: La poesía que recita el pequeño ratoncito fue la primera poesía que aprendí en mi vida... A pesar de todo, los niños eternos también crecemos.

Crecer, será una gran aventura


 
domingo, diciembre 10, 2006
posted by Javier at 9:43 p. m. | Permalink
Remember... Once upon...


Me encuentro solo en casa y no puedo dormir. Debería estar ya en el más profundo de los sueños, y sin embargo…
Me incorporo y vislumbro en la oscuridad las manecillas del reloj bailando lentamente en la esfera que las retiene. Aún quedan varias horas para que amanezca y pese a ello sigo sin un atisbo de cansancio.
Me conozco, sé que no podré volver a dormirme. No me queda más remedio que hacer de tripas corazón y levantarme. Intento ver el lado positivo del asunto: El día de hoy comienza cuatro horas antes para mí.
No me convence en absoluto el razonamiento.
Salgo de la cama y me dispongo a ir hacia la cocina a prepararme un café cuando una mejor idea me sobreviene.
El armario de mi cuarto lleva semanas en un estado lamentable y hoy podría terminar con la desdicha de mi madre cada vez que lo abre y ve tal desorden.
Enciendo la luz, acerco una silla hasta el armario para después encaramarme a ella y llegar a las puertas superiores del mueble.
Con cuidado, abro una de ellas. Pero antes de que pueda darme cuenta, una caja mal colocada, al verse libre del tope de la puerta, se desliza velozmente y no puedo evitar que se precipite contra el suelo, abriéndose su tapa y desparramándose su contenido por el suelo de la habitación.
"Espero que no se haya roto nada importante", pienso para mí mientras me bajo de la silla y me pongo de cuclillas a recoger lo que parecen ser fotos, cartas y dibujos descoloridos…
Cuando creo haber terminado de guardarlo todo en la caja, me fijo en que una escurridiza hoja se ha escabullido para deslizarse bajo mi cama. Tiro de la única esquina que queda a la vista y al momento me doy cuenta de que me he equivocado, pues no se trata de una hoja sino de una foto lo que tengo en la mano.
Despreocupado, la echo un vistazo por encima antes de guardarla; pero por algún motivo, me detengo más de lo esperado a contemplarla.
En ella, un niño de no más de seis años sonríe a la cámara, rodeado por una inmensa nevada que lo cubre todo de blanco. Los árboles, las rocas, incluso el gorro rojo que lleva puesto el muchacho, se encuentran cubiertos por una capa de nieve que apenas los hace visibles.
Y entonces, empiezo a sentir unos pasos a mi espalda. Sé que no son reales, que estoy sólo en casa, y sin embargo le siento a mi lado. No necesito girarme para saber quién me mira divertido.
No despego los ojos de la foto mientras me invade la sensación de que empieza a nevar, de que mi, hasta entonces seca habitación, comienza a vestirse con un manto de nieve que ni cala ni enfría, pero que adorna las muebles y mi alrededor hasta hacerlos desaparecer. Hasta que la habitación se desvanece en la nieve y de pronto me encuentro en mitad de un bosque cubierto de ella.
El niño de la foto corre de un lado a otro embutido en un grueso abrigo de plumas que le impide correr con facilidad y que, si bien él no me lo ha dicho lo sé yo, le resulta sumamente incómodo y desea fervientemente poder quitárselo y arrojarlo tan lejos como pueda para moverse a gusto por entre la nieve.
Sus padres están también allí a pesar de que no les veo. Disfrutan viendo jugar a su hijo que lanza la nieve de un lado a otro sin dejar de reír.
Quiero acercarme a disfrutar junto a ellos, pero me quedo donde estoy. Contemplándoles sin poder evitar que una sonrisa cubra mi rostro.
Sé que en breves instantes el padre del crío le hará llamar para tomarle la foto, y así sucede unos segundos más tarde.
El niño, obediente, corre hacia mí. Su padre le dice cómo y dónde debe colocarse. El niño sonríe y con el flash de la foto vuelvo a mi habitación.
Ya no hay nieve a mi alrededor. El bosque ha desaparecido. Sólo la luz de la lámpara ilumina la faz del niño en la fotografía.
Vuelvo a sentirme solo. Ya nadie me mira desde mi espalda. El niño ha desaparecido y no obstante, le siento conmigo.
Guardo la foto, termino de recoger el resto de los recuerdos. Pongo la tapa de la caja y vuelvo a esconderla en lo más profundo del armario.
A pesar de no haber hecho nada, siento que el sueño comienza a inundarme lentamente…
Me tumbo en la cama y me arropo con la sábana y la manta; y entonces empiezo a recordar aquella infancia cubierta de nieve, de risas y de ilusión…
Me dejo llevar por la calidez del pasado y antes de darme cuenta, me encuentro navegando por las tranquilas aguas de Morfeo.

Quizá los recuerdos están esperando a la vuelta de la esquina...
Quizá esperan que los encontremos...
Quizá el pasado se me esté olvidando lentamente...
Quizá no me conozca tanto como a veces pienso...
Quizá...
 
domingo, diciembre 03, 2006
posted by Javier at 9:57 p. m. | Permalink
¡Feliz Burbu-aniversario!



3 de diciembre de 2006.
Ya ha llegado. Otro año más me encuentro en estas fechas y sin embargo para mí no es igual. Tiene algo de diferente; un matiz que lo distingue tanto del resto de “treses de diciembre” que he vivido, que, sin lugar a duda, lo hace mucho más emotivo.
Un día como hoy, hace ya un año, conocí por vez primera a quienes han sido durante todo este año, y los muchos que nos quedan por delante, mis mejores amigos.
Mi Grupo con mayúsculas, con un nombre significativo que, si bien no voy a ponerme a relatar la historia de su procedencia, es, sin duda, único y original.
Debo reconocer que quizá insistí demasiado en que aquella quedada se produjese-¡Mirad, es el niño que sueña con quedadas!-.
Que debería haberme esperado a una que tendría lugar algunos días más adelante, pero-haciendo honor a la tremenda impaciencia que me ha caracterizado desde niño- propuse y casi obligué a la gente a quedar aquel tres de Diciembre.
No me arrepiento en absoluto…
A partir de entonces aquellas quedadas que se daban cada tantos meses empezaron a sucederse cada dos semanas, cada siete días, cada cinco… hasta llegar a vernos todos los días.
Junto a ellos, junto a vosotros, burbu, he crecido en muchos sentidos- ¡Oh, Peter, no!, ¡Aplaudid!, ¡Rápido!-. Estuvisteis a mi lado cuando tomé una de las decisiones más importantes de mi vida, y no fue otra que la de cambiarme de carrera, estuvisteis junto a mí durante mis rayadas mentales, durante mis más absurdas y descabelladas ideas… pero sobre todo, estuvisteis siempre en los mejores momentos que he vivido en la vida, en aquellos ratos que deseo no olvidar nunca, que rememoro una y mil veces. Cuando estoy sólo o cuando estoy lejos de vosotros… Nuestras tardes en el Starbucks, nuestros duelos de “adivina el personaje” a gritos, las interminables y divertidísimas charlas sobre mil y un temas que sólo nosotros entendíamos, que a oídos extraños resultarían incoherencias y que para nosotros eran parte del lenguaje natural, nuestra jerga… Siempre riendo, tomando muffins, tartas de queso y café a montones, acurrucados algunos en los comodísimos sillones, sentados otros en las, muchas veces, incómodas sillas de madera… Escuchando una y otra vez el hilo musical del establecimiento que se repetía sin cesar hasta que nos sabíamos qué canción vendría siguiente o la letra de la que estábamos escuchando y que tarareábamos inconscientemente…
Mi primera vez en el Ballet, mi primera fiesta en casa, las noches sin dormir hasta salir el sol, los baños de madrugada…
Nuestros largos paseos por Goya, arriba y abajo…Al corte inglés; las carreras entre las largas estanterías repletas de libros, repletas de historias que a muchos nos unieron, la búsqueda incansable de ejemplares que unos u otros buscábamos para leer, siempre recomendados por la sabia Voz común de la Burbu.
Las tardes en el cine son indescriptibles: ¿La película?, ¡Lo de menos sin duda!, dará igual si nos internarnos en un mundo nuevo, en una cena navideña familiar sin beso final, en un siglo pasado, en la resolución de un crimen con nombre de flor, en un castillo ambulante, en un barco pirata, en la oficina de un demonio bien vestido, o en la más mágica de las actuaciones de un ilusionista que haga que se nos pongan los pelos como escarpias.
Lo que de verdad importará es que vosotros estaréis allí para hacérmelo pasar genial. Y si la película es mala, ya nos pondremos a comentar la penosa actuación de los actores, a cantar la BSO de alguna otra película o a reírnos del comportamiento de los espectadores de nuestro alrededor (respiración profunda), todo eso, desde luego, en un nivel de voz más que natural…
¿Y qué me decís de nuestras tardes en la Casa del Libro?, un paraíso para nosotros donde perdernos para volver a reencontrarnos con montones de cosas que contar sobre lo descubierto…
Disfruto cada vez que os veo, cada vez que decidimos hora y lugar y nos encontramos horas después en algún sitio para hacer lo que sea, lo que nos venga en gana, pero siempre juntos. Siempre unidos.
No sé si he cambiado durante todo este año, pero de lo que estoy completamente seguro es que, en caso de que así haya sido, ha sido gracias a vosotros, y en muchos casos por y para vosotros… Desde luego siempre seré el más pequeño de los 6, el niño que no quiere crecer, quien propone las cosas más absurdas y quién más tonterías dice, pero también creo ser alguien que, muchas veces, os ha hecho reír o al menos eso ha intentado, y que, en algún que otro caso, habéis llegado a querer.
Me dejo por el camino mil recuerdos que me son imposibles de pasar al papel porque no existe pluma capaz de describir tan felices momentos… Pero aún así todos me entenderéis cuando os diga que sólo con haber aparecido en mi vida la habéis cambiado en el mejor de los sentidos. Si ahora mismo soy feliz, vosotros sois los responsables más directos de ello.
Gracias a todos, chicos…

Seguiremos juntos hasta que el último libro sea escrito, hasta que el caballero mate al dragón enamorado de la princesa, la bese para que despierte de su sueño eterno; hasta que ella reconozca su verdadero rostro bajo la máscara que cubre su faz, sean apresados quienes queman brujas en piras de mentiras, y un niño con la mente de un sabio alcance la gloria. Hasta que el crepúsculo cubra el beso de un vampiro; y un chiquillo, alegre y eterno, huya por una ventana mal cerrada hacia la más lejana de las estrellas…
 
martes, noviembre 28, 2006
posted by Javier at 3:09 p. m. | Permalink
Cárceles temporales



"Durante el siglo XVIII los relojes se consideraron las máquinas más perfectas jamás construidas por el hombre debido a su capacidad de hacer coincidir la idea de tiempo con la de espacio."

Ignacio Ramonet.

Algunos los consideran artilugios divinos. Máquinas perfectas que nos mantienen informados del nombre que los momentos que estamos viviendo poseen. Criaturas diseñadas para servirnos, para estar a nuestra merced. Capaces de respondernos cuando les pedimos saber cuánto falta para esto o para aquello, cuánto más durará nuestro descanso, nuestra labor o la más feliz de nuestras experiencias...Yo sin embargo los miro con recelo, molesto , y no por su aspecto exterior, ya que algunos son auténticas obras de arte; si no por lo que representan.
Cuando descubro sus manecillas encerrando al tiempo en "tics" y "tacs", dejando libres sólo los espacios que quedan entre ellos ordenados uniformemente; controlando cada instante y situándolos en lugares previamente determinados y organizados, mi deseo no es otro que el de lanzarlos con fuerza contra el suelo para liberarles de su prisión eterna. Para impedir que sigan esclavizándolos sin piedad. Para convertirme en el liberador de los segundos, de los minutos, horas y días... de los años...
Tanto empeño tenemos en identificar un momento con una hora y una fecha determinadas que en algunos casos nos olvidamos de vivirlos plenamente. Siempre pendientes de los "tics", siempre escuchando retumbar en nuestros oídos los "tacs"; una y otra vez, sin cesar, avisándonos, advirtiéndonos de que se agota el tiempo libre, que cuando les alcancen las manecillas ellos también quedarán clasificados y ordenados como sus antecesores...

Pues yo grito ¡No!, grito a quién me quiera escuchar que deberíamos levantarnos y arrojar nuestros relojes. Dejar de intentar domar al tiempo. Dejar de intentar conotrolarlo todo.
Sintámonos por una vez libres en un mundo controlado por el caos de no saber qué hora es o cuantos minutos faltan para la media noche. Volvamos a aprender a regirnos por el sol y la luna, recordemos cómo guiarnos con ayuda del musgo de las piedras o las constelaciones trazadas en el cielo...
El Tiempo es tiempo y nosotros no somos nadie para intentar ordenarlo, encerrarlo o domarlo...
Quizá sea él quien en realidad nos haga suyos...
Quizá intentamos ganar una batalla perdida de antemano...
Quizá por eso recibimos la revancha sin poder evitarlo...
Quizá...